jueves, 22 de noviembre de 2012

CARNAVAL POPULAR DE SAN CRISTOBAL : UNA HISTORIA PARA CONTAR (2003) / JORGE GUIGNI


PRESENTACION

Dagoberto Tejeda Ortíz

Hace cerca de 20 años, en una cálida mañana de un 27 de febrero cimarrón, mi amiga Naya Pereyra me levo a casa de Jorge Güigni, en un barrio popular de San Cristóbal.

Jorge, líder popular de solida formación y militancia política, extraordinario promotor cultural, había sido ideólogo, junto con algunos jóvenes de los grupos teatrales “La rueda”, “Los Peregrinos” y los músicovocales “ La Higuera” y “Raíces Negras” el carnaval popular de esa ciudad.

En nuestro primer encuentro, me impresiono por la fura de sus convicciones, or su testimonio vivencial y por su coherencia entre su discurso y su practica, ya que mientras hablaba conmigo se ponía su disfraz de “Diablo Cojuelo”.

Jorge, durante todos estos años, ha sido vanguardia de este hermoso carnaval de San Cristóbal, el más pedagógico del país, trabajando sin descanso, como un quijote, luchando contra molinos de vientos, monstruos, duendes intereses e incomprensiones.

Por esa razón, hace diez años, en julio del 93, le pedí que escribiera sus vivencias del carnaval de San Cristóbal. Apresuradamente me las entrego y desde entonces fui tocando puertas, sin éxito, para su publicación.

Hoy, al constituirse oficialmente la Comisión Nacional de Carnaval y tener la honra de ser su Presidente, este sueño se convirtió en realidad y tenemos este valioso testimonio sobre el Carnaval de San Cristóbal.

Con el la Comisión Nacional de Carnaval inaugura su serie de carnavales locales, que cada año ira contribuyendo a la bibliografía, casi inexistente, sobre el carnaval dominicano.

Estamos frente a un documento que no es solamente un recuento de vivencias, sino un trabajo rigurosamente elaborado, critico, con una visión coherente, que hace al mismo tiempo imponderables aportes al conocimiento del Carnaval de San Cristóbal y del país.

Con orgullo y satisdación personal, a nombre de la comisión Nacional de Carnaval, presentamos este libro, que bajo el título:”Carnaval popular de San Cristóbal una Historia para contar”, ha sido escrito, diseñado y diagramado por Jorge Güigni, así como ilustrado con sus fotos. ¡Gracias Jorge!.

ORIGEN DEL CARNAVAL DE SAN CRISTOBAL

Los orígenes del Carnaval popular están vinculados así desaparecido grupo teatral LA rueda, que existió entre los años de 1969 y 1986.

Este grupo desarrollo una concepción del teatro popular que lo uso en contacto con el pueblo y sus tradiciones. Al descubrir la riqueza cultural que había en el pueblo y, en cierto modo, presionado por la necesidad existente de un trabajo cultural que trascenderá la consigna de “llevar la cultura al pueblo”, el grupo Teatral La Rueda evolucionó hacia el trabajo cultural más allá del teatro popular, tomando iniciativas trascendentes, entre lelas la de recuperar el carnaval de San Cristóbal.

Este proceso absorbió al grupo teatral La Rueda, pero parte importante de su filosofía de trabajo fue asimilada por el Carnaval Popular, quedándose como parte sustancial de sus características distintivas.

El primer Carnaval Popular se celebró el 27 de febrero de 1980, afrontando numerosas dificultades: la mas simpe fue la represión, ya que tuvimos a punto de no celebrarlo, porque el gobernador de turno consideró que eso no era un carnaval sino “una manifestación de fuerza contra el gobierno constitucional del excelentísimo señor presidente Don Antonio Guzmán Fernández” y “nos envió un gran contingente de guardias y policías con al orden de disolver el desfile. Luego de mucha brega pudimos realizar el primer Carnaval popular, escoltados por una enorme comparsa de uniformados de grises y verde olivo.

También tuvimos que afrontar dificultades lógicas como la falta de experiencia, de recursos de todo tipo y, por supuesto, dificultades financieras. Peor las más importantes que afrontamos fueron los esquemas tradicionales de trabajo cultural, la incomprensión que existía en el movimiento clubístico de la importancia estratégica que tenía el carnaval como fiesta popular, como espacio de tolerancia, como espacio para la alegría, la creatividad y como válvula de escape a las tremendas tensiones a que estaba sometida la población. Hubo parte del movimiento popular y cultural que denomino el carnaval como “cultura aliénate” y se negó rotundamente a participar en este primer esfuerzo y por varios años más.

El primer carnaval popular fue convocado por los grupos teatrales La Rueda, que en ese momento dirigía quien escribe; los peregrinos, dirigido por Jesús María Díaz, y por los musicovocales La Higuera, que tenia por director a Nelson Medina, y Raíces Negras, encabezado por Milton Martínez, en conjunto nos denominábamos Grupos Artísticos Independientes, para diferenciarnos del resto del movimiento cultural de entonces, en el que predominaba el sectarismo y una visión utilitaria de trabajo cultural, limitada a “lo político” y los dogmas particulares de cada denominación partidista.

WATERYEN (Fragmento)

Lo primero que tenemos que decir de Wateryén es que su nombre no era Wateryén. Este fue un mote que la gente le puso desde muchacho por su aparente parecido físico con un pelotero de grandes ligas que tenia por nombre “Walter James”. Era una manera de decirle feo y negro.

Su nombre de pila era: Julio Heredia de los Santos. Nació en la comunidad de los Cantines de la común de San Miguel, de la provincia San Cristóbal. Su madre fue Fideligna de los Santos y doña Rosa de los Santos (Nana), su madre de crianza: Su padre tenía por nombre Seberino Heredia. “Wateryen” procreo dos hijos: Mireya y Alfredo. No conocemos la fecha de su nacimiento porque, por laguna razón que sólo el conocía, nunca nos la revelo.

A pesar de que se lamentaba porque vivía en una condición miserable, económicamente hablando, “rodando por donde quiera” (como el decía) y. durante mucho tiempo durmiendo donde le cogiera la noche, se enorgullecía de “no haber robado ni engañado a nadie” y de no darle tormentos a su familia por caer preso por delincuente.

No sabía leer ni escribir, pero era una persona extremadamente inteligente, intrépida y creativa. Para poder sobrevivir en un medio adverso a su condición de ser un marginado, analfabeto, pobre paupérrimo y prieto de ñapa, tuvo que desempeñar innúmeros oficios sin quejarse, ni avergonzarse. Fue vendedor de helados, limpiabotas, dulcero, limpia patios y jardines, llenador de camiones de arena, sereno, iba a Higuey a pie como cumplidor de promesas, pedía por las calles con una virgen de la Altagracia en la cabeza, fue obrero móvil en la Fabrica del Vidrio, servidor de misterios, curandero, adivinador y, finalmente, cuando le sorprendió la muerte inesperada, era barrendero del ayuntamiento Municipal de San Cristóbal.

Pero la actividad que lleno toda su vida y en la que él “se sentía ser alguien” fue en la interpretación de la estampa carnavalesca del “Roba la Gallina”, que realizó desde los 10 años de edad, según nos confesó.

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